En la estepa...

Hoy la encontré cubierta en un manto oscuro de tristeza. Con la mirada centelleante que contenía el inevitable desborde de ríos de lágrimas, nos hablamos. Cuando mis ojos miraron los suyos, me dí cuenta que una sola lágrima saliendo de ellos me hubiese roto el alma, pero no lloró. Soportó toda su tristeza y logró sobrellevar el leve instante en que cruzamos palabras. Me interesé en lo que le ocurría; "nada", eso fue lo que me dijo. Mi descaro supuso que no era nada grave y le dí la espalda para marcharme. Y en efecto lo hice. Hasta este instante en que recuerdo el pequeño encuentro, me doy cuenta de algo que no noté antes: ella gritaba por ayuda, me gritó a mí; su mirada lo hizo. Mi ceguera no vio ese clamor, esa súplica. Ahora no puedo hacer nada. Me siento impotente, iracundo por mi estúpidez. Mi decisión, mi descaro no volverán a ver su sonrisa. Y estoy casi seguro que a partir de hoy, nunca más la volveré a ver.

Por : Paper
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