20 de Octubre 2012

"Lo que creíamos real depronto deja de serlo cuando se nos muestra que la realidad es solo un velo que oculta tras de sí, algo infinito"
CR


La hora era la indicada, el día igual.
Como quien controla sus miedos, dejé que fluyese, solo era caminar, alcanzar...
Temprano, de madrugada, estuve sentado en una mesa.
Dos personas departían, dialogaban, se preguntaban que pasaría.
Me limité a escuchar...
Planos, energía, religiones, búsqueda, sanación, encuentro, catársis. 
Un pestañeo.

En mis manos el preciado líquido...
En mi cabeza el anhelo de encontrar, de ver lo invisible.
Dejé que entrase, no me resistí, ¿Para qué habría de hacerlo?.
Lo sentí mío, dejé que fluyera, caminé descalzo por ese verde césped.
Mejor recuestate.
Un pestañeo.

Bajo la sábana, con los ojos abiertos, el reflejo de la tenúe luz .
Esperaba, los minutos, consciente de todo mi cuerpo: esperaba.
Llegó la eternidad, la imagen de mi cuerpo rechazando lo que mi mente quería aceptar...
El vientre, el sentir que no podía abrir mi mente evitaron que cerrara los ojos.
Un pestañeo.

Dos ojos, uno blanco, uno negro, división, la oscuridad por encima de la luz, la luz difusa y la oscuridad precisa adornada de oro.
Un pestañeo.

Nada, nada, nada... tres horas, ciento ochenta minutos.
Que diría mi compañera, no creí, no abrí mi mente, no dejé que entrara y me hablara.
Entendí, no sentí necesidad de rechazarlo.
Pero lo hice, mi cuerpo lo hizo, aunque mi mente no lo quisiera, lo hizo.
Un pestañeo.

En la mesa nuevamente. Diferente... 
Me venció.
Aún no me liberaba, me llamaba, sentía que mi mente encargó un regalo: que aún no terminase.
Me dejé llevar, usé el césped como mi lecho y me dejé llevar. 
Lo abracé.
Un pestañeo.

Las nubes eran mas blancas, su forma indefinible, hermosa.
Los movimientos de ese algodón, lentos y preciosos, la quietud, la paz.
Un ave, el destello de su volar, el ser una con el cielo, libre, magnífica.
Un pestañeo.

Me sentía uno con el viento, con los árboles. 
Sentía el latido de la tierra, la grandeza de la naturaleza.
Sentía lo diminuto que era mi ser dentro de toda esa magnificencia.
Aún así me sentí uno con ella, parte mía y parte suya.
Un pestañeo.

Un flujo oscuro, arriba, abajo, detenerse, movimiento.
Quien entendería el regocijo de mi mente al verme en paz.
No veía ni ví lo que quería pero, acaso, era un inicio.
Me levanté.
Un pestañeo.

Hojas limpiando mi alma, despidiendo mi entrada.
Un pestañeo.

Un camino acompañado, historias de vida.
El viento acariciando mi rostro, el camino suave como algodón.
El camino de regreso, ahora en sentido opuesto.
Un pestañeo.

Su trabajo terminó, me liberó por completo.
Le dije, ya no más y así lo hizo. Se llevó todo mi mal, ese fue su regalo...
El último pestañeo.

Un auto, 
La carretera, 
La cuidad,
La cama vacía,
Yo lleno de paz...
Y la Luna, vigía de mi día, recibiéndome en ese nuevo mundo...
Por : Paper
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